Estrés… la enfermedad del siglo XXI

Estrés… la enfermedad del siglo XXI

Estrés… la enfermedad del siglo XXI

Vivimos tiempos díficiles, las secuelas de la crisis económica, la incertidumbre política, el estrés laboral, la sobrecarga de tareas, las prisas, la falta de tiempo… hacen que día a día, nos enfrentemos a situaciones con un alto nivel de exigencia y cierto grado de incertidumbre.

El resultado de esto es que la ansiedad y el estrés se han revelado como los males del siglo XXI. Nueve de cada diez personas han sentido estrés en el último año y un 40% de la población lo padece de forma continuada. Según las estadísticas, uno de cada cinco mexicanos consume algún tipo de fármaco para dormir, y los ansiolíticos se han convertido en el “medicamento de moda”.

Entre los síntomas más comunes de este problema, destacan la irritabilidad, la ansiedad, los problemas de sueño o los dolores de cabeza. A veces, los síntomas son menos evidentes, manifestándose como apetito voraz o, por el contrario, la falta de apetito, erupciones cutáneas, crisis gastrointestinales (como el síndrome del colon irritable), dolores musculares, consumo excesivo de tabaco o alcohol, etcétera. Algunas personas se sienten constantemente indispuestas, con un malestar difuso que no son capaces de explicar, e inician un largo peregrinaje de médico en médico, de prueba en prueba, sin encontrar una explicación para su dolencia.

El estrés y la ansiedad son problemas con un importante impacto, no solo a nivel emocional sino también en la salud física de las personas. Pero…

¿Sabemos qué es el estrés y por qué se produce?

Pues bien, el estrés es una respuesta adaptativa ante una demanda del entorno que supera nuestras capacidades, reales o percibidas, para hacerla frente. Esta situación produce un estado de desequilibrio que desencadena, en primera instancia, una “fase de alarma” donde se desarrollan una serie de reacciones físicas encaminadas a afrontar dicha situación. Las características e intensidad de estas reacciones dependerán de la naturaleza de la demanda y de factores intrínsecos a la persona, como el grado de control percibido o la experiencia.

Tras ese primer momento de alarma, entramos en una “fase de resistencia”, en la que debemos luchar para resolver la situación con el menor coste y daño posible, para lo cual, se despliega todo un conjunto de reacciones físicas, psicológicas y conductuales. Cuando el conflicto se alarga, y no se encuentra solución, entramos en la llamada “fase de agotamiento”, donde aparecen los trastornos fisiológicos, psicológicos y sociales, que pueden llegar a hacerse crónicos e irreversibles.

Si se ha sentido identificado con alguno de estos síntomas, pide cita con nosotros.

Ubicación: Metepec, Estado de México, México

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